Como siempre, tu sonrisa resbaló en la mía.
Y nos hicimos trizas, por el simple hecho de tocarnos.
Pero luego nos reconstruimos.
Como piezas de barniz antigua.
Un par de pinceladas y allá vamos.
Para brindar los recuerdos, las delicias y los malos tragos.
Y nos volvemos a encerrar.
Por la simple dicha de estar solos, sin compañías ni refranes.
Ya que cuando estamos juntos solo somos uno.
Dentro del placard hablamos, reímos y nos gustamos.
En este lugar, nuestro íntimo secreto antiguo.
Este lugar, donde nos encerrábamos de pequeños.
Donde nos ayudamos a conocernos más profundamente.
Donde sentí la boca seca y luego mojada.
Por Kosmisch
Imagen: Job Will