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jueves, 22 de julio de 2010

Observo

Observo, siento, crezco, veo las flores renacer, los duraznos madurar, las luciérnagas alumbrar, veo coches a la mar, veo carriles con caballos blancos y dorados, veo la sombra estrepitosa de altamar, siento el sapo croar, vuelo hasta la montaña blanca con sus picos blancos, sus piezas de leche engamulada, sus formas oblicuas me muestra lo especial que es ella, sus horizontes me llevan a ver lo desconocido, lo oculto, lo transparente, sus alucinaciones me transmiten a otros horizontes, a otros pueblos, a otras provincias, salto al vacío, vuelo, llego a una ruta siniestra, al camino sin fin ni retorno, veo una ruta amarilla con una jirafa a un lado y al otro un elefante, al centro un camello gris aperdolado (lleno de piedras preciosas, verdes, amarillas, anaranjadas, fucsias y marrones, las ultimas de jade y azul marino) al fondo un puerto marítimo, esperando que zarpe el ultimo tren licuado de mar, arriba todos los caballos de mar cantando y moviéndose parten a su rumbo, hace el último chiflido y sale a la mar, casi amaneciendo el sol da todo su brillo se lanza a la mar y se hunde en lo profundo del océano y andan por debajo entre corales y plantas marinas, despertándose codo a codo una con la otra, su destino es una isla poblada por seres violetas traídos de una isla galaxia lejana, parecidos a los gorilas, donde ya conformaron su hogar, entre las palmeras y los plátanos frescos y maduros, choza fuerte y resistente para aguantar el peso de sus treinta toneladas de aceite y agua.
Y allá van sin mirar atrás, solo adelante se encuentra su sueño, la isla violeta de los seres peludos.

Kosmisch

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